16/5/11

Notas rotas


Pides compasión a Dios,
supones que lo tuyo fue un error;
¿por qué me niegas tú verdad?
Te encierras en ese mundo,
tan lejano a la realidad... tan distante de aquí.
Odias cada palabra de mi vocabulario,
pierdes mi noción del amor; eres cruel.
Pídele a tu sagrado Dios, que te libere de esta maldita prisión,
porque supongo recordar, que tu Dios, únicamente fue la maldad.
Rechazas aquél suave toque de sol; ¿alguna razón?
El vuelo capta que ya es tarde, que tu no volverás;
los dos sabemos que ésto simplemente fue un juego superficial.
Me pides permiso; te digo que no.
Ya que en parte, ¿quién soy yo y quién eres tú para negar esta obsesión?
He de reconocer, que estar juntos, tal vez, fue un efímero error.
No soy yo, ni eres tú, es el tablero de un juego que no supimos ganar;
el tablero de la vida, dónde aprendí a callar.

3/5/11

USAxUK / Fanfic

En la profunda oscuridad de un bar, un hombre intentaba llenar un vacío a copas. Queriendo olvidar sus penas quizás. No estaba borracho, ni tampoco sobrio. Solamente pensaba en ese sujeto, en cómo evade sus preguntas,  cómo escapa de sus palabras, cómo niega lo innegable, cómo lo ignora.
Odiaba todas aquellas reacciones, pues eran las que más daño hacían, hasta herir por completo su orgullo y hacer algo inaudito en él; echarse a beber por aquel sujeto que solo sabe hablar sobre sus hadas y beber sin un fin.
Lo único que le quedaba a Alfred esta noche era probar si de verdad el alcohol ahoga las penas; ahoga, pero no exactamente las penas. Solo hace que la imagen de Arthur no deje de revolotear por su mente.


Suena el gran reloj de Londres. Las 4 de la mañana. Alfred supone que Arthur estará preocupado por él. O no.
<< Nunca mostró ningún apego a mi, pero que no lo haya mostrado no significa que no lo tenga.>> Se decía una y otra vez.
Se levantó de la silla, y con los pasos torpes fue a la puerta. No sabía dónde estaba exactamente, tampoco le importaba. Ni a él, ni a Arthur. O eso se hacía creer.
Intento abrir la puerta. Inútil, estaba demasiado ido como para saber abrirla; de su boca salió una profanación.
De repente se abrió la puerta, él oyó una voz detrás suya. Supone que será el camarero.
Salió tanteando el suelo, como si no lo hubiese pisado jamás. Pero qué podía hacer, no solía beber, se le subió rápido. Y todo por la culpa de ese estúpido inglés.
Camina lentamente, observando el cielo. Va a llover.
Las nubes se agrupan creando un oscuro vacío, mientras empieza a llover. Las primeras gotas le caen a él. O eso cree.
Poco a poco su cuerpo se vuelve más pesado, pues su ropa está mojada, no puede huir de la lluvia, tampoco quiere. Ésta hace que sus lágrimas pasen desapercibidas entre la multitud de gotas que empapan su cara.


¿Por qué lloraba?, se preguntaba una y otra vez. Se supone que los hombres no lloran, y menos por otros hombres. ¿Sentía algo por Arthur?, eso era inaudito. Estaba mal visto amar a una persona del mismo sexo. Una sociedad que le tenía miedo a cosas diferentes a ellos, esa era la sociedad que le impedía ser uno mismo. Y la que le llevaba a Alfred a llorar y beber, por muy estúpido que pareciese.




Suena el Big Ben a lo lejos. Las 5. << ¿Tanto he tardado en llegar aquí? >> , se preguntó. Los pensamientos le taladraban la cabeza, y hacía  que se parase de vez en cuando sin darse cuenta. Pero por fin había llegado al edificio.
Saca torpemente la llave, se le cae al suelo mojado, intenta cogerla y abrir la puerta. Un intento. Dos intentos. Tres intentos. Todos fallidos. Lo intenta una vez más. Consigue meterla, le da vueltas. Se ha equivocado de lado, gira de nuevo, consiguiendo abrir la puerta.
<< Ahora las escaleras >> se dice. Se agarra a la barandilla; tropieza.
En su rostro se dibuja una sonrisa estúpida y ríe por lo bajo. Vuelve a intentar subir las escaleras. Llega al primer piso, al segundo y finalmente al tercero.
Intenta no hacer ruido. Misión imposible; abre torpemente la puerta, entra, se tropieza con algo, y cierra la puerta. Busca el interruptor de la luz del baño; no quiere que Arthur lo vea así.
De pronto, se enciende la luz. A Alfred le daña, y cierra los ojos. Poco a poco los va abriendo. Aprecia una figura delante suya, algo borrosa, pero se va visualizando. Es Arthur, enojado.
Tiene mala cara, está muy enfadado. Se acerca, lento, pero apresura el paso. Alfred se extraña, nunca lo ha visto así. Arthur está cada vez más cerca, eleva la mano con elegancia, pero fuerza. Aprieta sus dientes, tiene los ojos rojos. ¿Habrá dormido poco?, ¿o a llorado? . Se le notan los ojos húmedos. Ha llorado. Se postra enfrente de Alfred.
Un ruido seco, pero doloroso. Arthur le ha dado un bofetón. Está gritando, pero Alfred no lo oye. Está impactado. Arthur nunca se había enojado tanto. Nunca le había golpeado. Alfred solo oye el final de una frase, <<  ... tú nunca serás un héroe. >>.




FIN